CONVIVENCIA EN LA CIUDAD DEL RECUERDO



"A finales de los años 60 y principios de los 70 las sociedad antigüeña gozo de su mayor auge de su auténtica identidad".
          En el desfile de 15 de septiembre, sobresalía la Escuela “Luis Mena”, ya que su profesor – instructor don Conrado Pérez, que era exigente en orden y disciplina en la marcha de los alumnos. ¡Cuántos aplausos no cosechó la “Luis Mena” en los desfiles de independencia!
          Este evento era una vitrina, porque todos los establecimientos hacían presencia en el estadio, se comentaba por días las mejores participaciones tanto en marcha, banda y uniforme porque se acostumbraba en esos días el estreno del uniforme, que incluía zapatos nuevos, chumpas, pantalones, camisas, corbatas que los estudiantes llevaban en esa celebración.
          Con cariño recuerdo a mis compañeros de las aldeas de Santa Inés, Santa Ana, San Felipe, San Cristóbal el alto y el bajo que se presentaban bien bañados, bien peinados y con sus pies descalzos bien limpios que con  gallardo paso desfilaban sobre las empedradas calles. La ciudad se vestía de gala, ya que en todo el recorrido se colocaban banderas que indicaban el camino al estadio Pensativo.         
          Los estudiantes de los colegios también eran exigidos para dicha fecha. Las bandas de guerra, (así se llamaba a las bandas escolares) se distinguía entre ellas la banda del centenario INVAL, que era una de las más grandes; la del colegio La Salle que era completa con trompetas, trombones, saxofones, liras y que marchaban de manera marcial; la del Colegio Santa Familia que era dirigida por el polifacético profesor Ernesto Díaz, era una banda fina, muy femenina y elegante que transitaba por las empedradas calles bajo la mirada vigilante de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul y el Liceo antigüeño que se distingia por su acompasada marcha.
          El Instituto Indígena Santiago de los Caballeros, que tenia su sede en el convento de la Escuela de Cristo, acostumbraba cerrar el desfile del quince de septiembre; su presencia era admirada por propios y extraños porque la banda musical era completa en lo que a instrumentos se refiere. Los estudiantes oriundos de comunidades indígenas vestían gallardamente el traje ceremonial de Santo Tomás Chichicastenango: zute tradicional en la cabeza, camisa y pantalón de jerga negra y calzando caites de cuero.
          Algo que definitivamente desapareció fue la costumbre de estudiar por las calles y plazas de la ciudad, ya que en ese entonces había únicamente dos exámenes al año, uno en junio y otro en octubre, y se evaluaba todos los contenidos, por lo cual existía una profunda preocupación por ganar el grado y los estudiantes se levantaban en algunos casos, a las cuatro de la mañana para estudiar y prepararse; se les veía en la alameda Santa Rosa, el Tanque de La Unión, Parque San Sebastián, Plaza De Belén, El Calvario, entre otros.
          Las fiestas eran escasas, no existían las discos rodantes; por ello las fiestas eran singulares, por ejemplo las de graduación de maestros del INVAL o INSOL eran de primera, ya que para economizar gastos celebraban en grupo. Los jóvenes procuraban tener un pantalón nuevo para la ocasión, así como camisa de gran colorido ya que era la moda, por ello se visitaba al sastre con tiempo, la loción de Agua Velva y el desodorante Breck, eran las de moda; se empezaba a mediados de septiembre a comprar la tela y hacer el pedido con las modistas que tenían gran demanda. (Continuará)

Tomado del libro "Memorias Antigüeñas", con autorización del autor.


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