FIESTAS REALES (1a. PARTE)



         La celebración del Día del Apóstol Santiago en la época colonial se  consideraba como Fiesta Real, tomando en cuenta que se celebraba la fundación de la ciudad.
         Para iniciar se izaba el Pendón Real, que ostentaba el escudo de armas del Rey. Este salía del Palacio de la Real Audiencia o de los Capitanes Generales con el aparato gubernamental correspondiente y era colocado frente a la plaza para que el pueblo manifestara acatamiento y pleitesía, junto a él se colocaba el pendón de armas de la ciudad, o sea el escudo de Santiago Apóstol.
         Las fiestas mayores tenían una duración de 5 días, y se daba cita toda la población en general, incluso gran número de indígenas de los alrededores, ya que tenían participación en la fiesta.
         En las vísperas, un bando oficial recorría los principales barrios y plazas, dando a conocer a los vecinos el mandato de que colocaran luminarias en sus casas, tanto en ventanas, puertas, zaguanes y corredores a manera de adorno; asimismo se ordenaba la colocación de colgaduras o damascos en las ventanas, los que aún se aprecian especialmente en Cuaresma y Semana Santa.
         Autoridades civiles como eclesiásticas vestían sus mejores galas, por lo tanto la población en general no estaba ajena a ello. Los artesanos elaboraban sombreros con plumas o sin plumas, todo de acuerdo al estatus social, capas, casacas, jubones, camisas, calzones (Así llamaban a los pantalones), medias, calcetas, borceguíes, en el caso de los varones. Y las damas: Mantillas, mantón, chalinas (Que eran de uso cotidiano y devocional), jubones, vestidos de encaje con mangas agüicoyadas que era la moda de costumbre, blusa y la famosa enagua que se puede decir identificaba a la ciudad; sandalias o chapines aunque este era un calzado de comodidad. 
         El día mayor, el pendón de la ciudad era portado por un Oidor principal; el desfile era escoltado por una guardia de caballería y recorría las principales calles, siendo una de las más importantes la de Concepción, actual cuarta Calle Oriente. 
Cuando el pendón de la ciudad pasaba frente al Palacio de los Capitanes, donde se encontraba la insignia del Rey, el Oidor lo inclinaba como signo de acatamiento y sujeción de la ciudad a la autoridad real. Luego el desfile se dirigía a la Catedral donde se verificaba una ceremonia de agradecimiento y bendición, esto se realizaba en el altar y retablo dedicado a Santiago Apóstol. En esta festividad participaban las altas autoridades, quienes generalmente vestían atuendos militares de acuerdo a su jerarquía y como muestra de regocijo caminaban entre la población, participando de la celebración.
         Por las tardes, se iniciaban las actividades a partir de las tres; las corridas de toros se verificaban en la plaza de San Pedro, ya que cerraban las cuatro calles de acceso y el pueblo se dirigía a participar de lo preparado, hasta la media noche. Hay que hacer mención que los que mayor participación tenían eran los principales de la ciudad, por el costo que eso representaba.
Entre otras distracciones se tenía:
Encamisada: Las personas se disfrazaban de diversa forma y se hacían bromas entre sí, siendo la alegría de todos, tomando en cuenta que se hacía por la noche y difícilmente se reconocían.
Juego de cañas: este consistía en grupos de jinetes que se organizaban y competían entre sí, golpeándose con cañas; unos como otros portaban adargas o escudos de cuero para protegerse de los golpes. La algarabía se daba cuando uno o varios jinetes eran golpeados y en esporádicas ocasiones tumbados de las cabalgaduras. (Continuará).

(Tomado del libro “Memorias Antigüeñas con autorización del autor).

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