El 3 de abril recién pasado, se cumplieron los
cincuenta años de la inauguración de la que fue y es la colonia con más tinte
familiar de las existentes en la Antigua, ¿por qué lo digo? porque esta colonia
desde su origen, por el número de casas tan pequeño constituimos una familia,
donde todos nos conocíamos, nos interesábamos por todos y nos unió un vínculo
que aún se conserva.
Llegamos
con mi familia un 5 de abril de 1965 a nuestra casita, la número 24, recuerdo
que los únicos habitantes eran los integrantes de la familia de don Luis Cuyun
y doña Anita Alcayaga. La oscuridad reinaba en sus calles por la falta de luz
en los postes , pero pudo más el gusto de al fin tener casa propia, en lo que
en ese entonces se consideraba la colonia más lejana de la Antigua, aún
recuerdo cuando nos decían….hasta la Hunapú, como quien decía allá a lo lejos,
hoy es un ensueño que desearía para mis nietos y bisnietos, esa quietud que dan
los volcanes que forman la belleza del fondo, la sombra que ofrece un remanso
de paz, de la ceiba sembrada por mi padre, sus calles peatonales y su lindo
parquecito que hoy sirve para que jueguen los nietos y bisnietos de los
ocupantes originales de sus casas.
El
pintoresco nombre se lo puso don Guillermo Navas (+), ganador del concurso
efectuado por la directiva de vecinos de aquel tiempo, hoy hace gala a su
nombre porque para quienes dejamos la niñez y nuestra adolescencia en ese
pedacito de suelo antigüeño, sigue siendo el jardín que conocimos, donde
dejamos la infancia y encontramos el primer amor.
Texto y gráficas Prof. Raúl Nájera
Rodríguez.
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